jueves, 1 de mayo de 2008

De la comodidad de las cómodas II

En el post anterior terminaba hablando de los cajones de la cómoda. Me doy cuenta de que no hablé de su tamaño, que es enorme. Su espacio interno es de 1,14 por 0,50 y 0,15 de altura. Una relación tal entre frente y profundidad hace que sea muy probable que el cajón entre o salga torcido, lo que aumenta el desgaste sobre las correderas laterales. Esto se solucionará con las correderas a bolillas, pero para eso debo primero angostar los cajones en 12 mm de cada lado.
Como se ve en las fotos, las uniones están hechas "a cola de pato", tanto en el frente como en el fondo. Es la unión más resistente que existe, pero me complica un poco porque tengo que profundizar las cajas del frente del cajón. Las del fondo no son tan problemáticas, porque se pueden hacer a serrucho, mientras que las del frente sólo admiten formón y maceta.
Cuando se construyó el mueble, la madera estaba estacionada, lo que es muy bueno. Ahora la madera más que estacionada está envejecida y reseca, lo que hace que haya que tener mucho cuidado con los golpes del formón, porque se puede llegar a rajar o a astillar con mucha facilidad. Es decir que tengo que hacer la tarea con mucha paciencia.
Una vez profundizadas las uniones, aprovecho que el cajón está desarmado para lijar las superficies interiores y vuelvo a encolar el conjunto. Si hay alguna otra parte que deba encolarse, también lo hago.
En el caso de este cajón, tenía una rotura en el fondo, por lo que debo repararla. Para hacerlo usaré un trozo del viejo piso. Se rectifica el corte del fondo, se corta una pieza para rellenarlo y se unen. Así, reforzaré la unión insertandole una lengüeta de madera terciada, como se puede ver en las fotos. Una vez fraguada la cola, se acaba emparejando todo con el cepillo y terminándolo con lija.

martes, 29 de abril de 2008

De la comodidad de las cómodas


Tengo entre manos un hermoso trabajo de restauración. Hermoso por la tarea en sí y porque me permite, además, mostrar varias de las cosas que se hacen en mi labor.

A primer golpe de ojo, pareciera que esta cómoda sólo sirve para hacer con ella un asado, pero las apariencias engañan. Este mueble sólo está gastado y desencolado, con algunas piezas comidas por la polilla, pero es perfectamente recuperable y no sólo para ser visto sino que tiene muchos años de uso por delante, cuando termine con él.

Acá conviene añadir que es mi filosofía, que intento inculcar a mis clientes, que en el caso de una cómoda, si se la va a destinar a su uso específico, conviene "aggiornarla".

Los muebles que tienen cajones tienden a sufrir desperfectos en ellos, por el desgaste causado por el uso. Antiguamente, en un mueble bien hecho se preveía este desgaste y tanto los bordes inferiores de los cajones como las correderas se hacían de manera tal que fuesen fácilmente reemplazables. Así se construyó esta cómoda, por ejemplo.

El problema es que somos seres humanos y nunca se repararon las correderas, por lo que el desgaste siguió por los laterales de los cajones y en algún caso terminó por romper la corredera desgastada. En la actualidad ese inconveniente se soluciona poniéndoles a los muebles correderas metálicas, con rodamientos.

En este caso, voy a reemplazar las antiguas correderas de madera por este tipo de corredera metálica, con una variante: como los cajones tienen el ancho de la abertura, no hay lugar para las nuevas correderas, por lo que deberemos angostar la caja de los cajones, dejando intacto el frente.

Un segundo problema se dió con la base de la cómoda. Allí el distinguido colega que construyó el mueble usó dos tacos de madera de pino, como relleno para la forma de la base, que es de cedro.

Ahora bien, el cedro parece repeler a las polillas mientras que el pino las atrae, por lo que en uno de los laterales se lo comieron. Eso no sería grave pero es el caso que las patas de la cómoda sostienen todo el mueble precisamente en esos tacos por lo que, al ceder el pino, todo el mueble se movió, lo que debe haber hecho que los cajones empezaran a cerrar mal y todas las uniones se vieran sometidas a una fuerza para la que no habían sido calculadas. Si le añadimos que la unión de la parte horizontal inferior del marco con la parte vertical es parte de esta madera de pino, veremos que esa unión se aflojó, agravando los problemas de ajuste de las partes.

Una de las primeras cosas que he hecho ha sido quitar la madera apolillada y reemplazarla por un nuevo trozo, también de pino, ya que en la actualidad hay menos polillas, son más fácilmente extreminables y, si la base dura el mismo tiempo que duró la anterior, tenemos para 50 años más.

Mañana voy a comenzar con los cajones que, como se puede ver en las fotos, están desfondados en su mayoría. La causa es que, cuando se terminaron de gastar los patines, se siguió gastando la moldura que sostenía los fondos, por lo que estos terminaron de caer por su peso y el de las cosas puestas en ellos.